En Colombia, en los últimos días hemos sido testigos de grandes cambios que han azotado a la realidad del país desde un lado a otro. Hace una semana, nos despertábamos con la noticia de la muerte del Mono Jojoy, uno de los jefes de las FARC desde hace años. Un golpe duro para las guerrillas pero que es necesario analizar y estudiar con necesaria atención para comprender el camino que se ha llegado hasta dar este golpe.
Y ese camino no ha sido otro que el de la violación de los derechos humanos de muchos de los colombianos y colombianas a través de las políticas a las que dieron luz verde el anterior presidente junto a su ex-ministro de Defensa y el actual presidente de la República.
Sin embargo, a aquellos y aquellas que luchan por la paz, a los decididos activistas en pro de la defensa de estos derechos humanos y de la paz de los ciudadanos y ciudadanas inocentes, a las intachables ONG’s que trabajan diariamente por construir una sociedad nueva y pacifica, se les señala con el dedo y se les desprecia desde algunas de las instituciones públicas y sectores del país tachándolos de cooperantes con la guerrilla. Es lo que le sucede actualmente a la senadora Piedad Córdoba que durante años ha trabajado para que el conflicto terminase a través un diálogo que diese la paz a su país. Si bien, ahora el Procurador general de Colombia la inhabilita de sus labores y la sanciona por considerarla promocionando y colaborando con la guerrilla FARC.
No dejen de perder ni un sólo detalle de las palabras de la senadora Piedad Córdoba al conocer la noticia, muestras de un talante humano excepcional y de una lucha personal que nada ni nadie podrá detener: la lucha por la paz y la libertad del pueblo colombiano.
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