El debate hace décadas que nació y no tiene atisbos de encontrar una solución que satisfaga a todas las partes. Desde hace años, la cuestión de la infancia trabajadora ha preocupado cada vez más a los gobiernos y a otros entes debido a la gran cantidad de niños y niñas que se encuentran en esta situación y a otras razones, algunas más humanitarias que otras.
La postura de la organización Internacional del Trabajo no deja lugar a duda: aboga por la total erradicación del trabajo infantil. Considera que este es un hecho que es necesario que desaparezca en aras de salvaguardas los intereses de los niños, niñas y adolescentes.
En un postura intermedia se encuentran organismos internacionales como Unicef que defiende un realismo selectivo por el cual no todos los trabajos realizados por los niños y niñas han de ser abolidos sino tan solo aquellas que son las peores formas de trabajo infantil. Desde estos sectores, se lucha por conseguir que las tareas y trabajos a los que se encomienden niños y niñas cumplan una serie de aspectos que los conviertan en trabajos decentes. Su objetivo, por lo tanto, es abolir el trabajo infantil no digno.
En el otro extremo de este continuum de posturas acerca de los niños y niñas trabajadores encontramos la valoración crítica que pretende analizar la totalidad del problema. De este modo, se preocupa de hallar las causas que dan a lugar a que existan niños y niñas trabajadores y las encuentran normalmente en la existencia de la pobreza. Su lucha se centra, por lo tanto, no en abolir el trabajo infantil sino en no permitir le existencia de trabajos explotadores de la infancia. En el camino para poder lograr este objetivo sumamente complejo se concede gran importancia a los movimientos organizativos que pueden dar lugar a cambios sociales a partir de la creación y el fortalecimiento de identidades orgullosas dentro de los niños, niñas y adolescentes trabajadores de toda América Latina.
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